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jueves, 21 de septiembre de 2017

El Loira con niños (2): Castillo de Villandry y Tours

El segundo día de nuestro viaje por el País del Loira, tuvimos que cambiar de centro de operaciones, y nos fuimos a dormir a Tours.
De camino, pasamos por nuestro primer castillo en el campo (durante este viaje vimos dos castillos de ciudad, y el resto en el campo): el Castillo de Villandry.


En este castillo lo que más destaca son sus espectaculares e inmensos jardines. Son tan grandes que tienen un folleto aparte en la visita (aunque también se pueden visitar sólo los jardines), que incluye plano, para no perderse y entender lo que significa cada una de las zonas de los jardines. Que son:
  • El jardín decorativo. Es la parte ornamental e incluye el jardín del agua, el jardín del sol (con zona de juegos en la que mis niñas disfrutaron como enanas), y los jardines del amor:  cuatro cuadrados realizados con flores y setos, que simbolizan los cuatro amores (el tierno, el apasionado, el fugaz y el trágico) 
  • El laberinto. No puede faltar un buen laberinto en un castillo que se precie.
  • La huerta. Son nueve cuadrados idénticos con motivos geométricos y que sólo varían en su contenido y en el color de sus hortalizas (azul del puerro, rojo de la remolacha, jade de las matas de zanahorias...)
  • El jardín de los simples. Dedicado al cultivo de plantas aromáticas y medicinales.


¿Y a quién se debe la idea de crear tan magníficos jardines (en los que destaca una huerta) en un castillo en el Loira? Pues a un español. El extremeño Joaquín Carvallo, compró el castillo a principios del siglo XX y decidió crear unos jardines al estilo de los que existían en el siglo XVI (con una parte decorativa y una parte práctica con la capacidad de poder disponer de hortalizas frescas, como hacían los monjes en esa época)


Bueno, y aparte de los jardines, también tenéis un precioso castillo a visitar. Joaquín Carvallo y su esposa, la norteamericana Ann Coleman, dedicaron su vida a restaurar el castillo, lo decoraron con mucho gusto y además, aportaron un gran número de cuadros antiguos, que ellos coleccionaban.
También es destacable el artesonado del Salón Oriental, que provenía del palacio de los duques de Maqueda en Toledo. Cuando este palacio fue desmantelado, Carvallo se llevó el artesonado a Villandry. Una maravilla.


Os recomiendo, si lo visitáis, que disfrutéis en cada estancia de las vistas sobre el jardín, son únicas.


TOURS

La tarde-noche la pasamos en Tours. Y debo decir que fue una de las sorpresas más gratas que nos trajo este viaje. Tours es una ciudad pequeña y muy agradable, y con muchas sorpresas.
Al pasear por Tours puedes ver el antiguo palacio arzobispal, en el que nos encontramos, en su jardín, con un precioso e impresionante cedro del Líbano.



Muy cerquita está la catedral de Saint Gatien, catedral gótica típica, con sus vidrieras y rosetones. Y ATENCIÓN, porque aquí es donde nos encontramos una de las sorpresas del día, y del viaje. Y es que, a la vuelta del paseo por Tours, cuando ya nos íbamos a casa (habíamos visto la catedral a la ida), nos encontramos a un montón de gente congregada frente a la fachada. ¿Y por qué? Pues porque todas las noches de verano (meses de julio, agosto y septiembre), se proyecta en la fachada de la catedral un espectáculo de luces y música, "Les Illusions de la Cathédrale". Y es una maravilla (la lástima es que como fue de sorpresa no pudimos hacer fotos porque ya no nos quedaba batería, así que nos va a tocar volver...)


Después de ver la catedral seguimos paseando por el barrio Plumereau (también conocido como Viejo Tours). Fue un paseo muy agradable en el que además de disfrutar de su arquitectura, también disfrutamos del ambiente, con un montón de terrazas y precios bastante asequibles. ¡Cómo nos gustan las tablas de queso y embutidos (genial eso de que te saquen el "fuet" (saucisson) entero para que te vayas cortando lo que quieras) típicas de aquí!


Y aún hubo una sorpresa más. Y es que en verano, junto al Loira, montan una terraza estival: "Tours sur Loire". Ahí también hicimos una paradiña (más corta de lo deseada, porque nos hubiera gustado ver alguna actuación de las que tenían programadas, pero íbamos ya cortos de fuerzas...), porque tomar algo al lado del Loira no tiene precio y el ambiente era inmejorable. Y las niñas pudieron disfrutar de un viaje en la noria (que estaba justo al ladito), además una noria de las buenas, de las de siempre, en las que te da el aire en la cara... (no como las que hay últimamente por aquí, que vas encerrado en una cabina y no tienen nada de gracia).




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